Todos deseamos alcanzar nuestros objetivos pero yo no sé si a ti te ocurre, aunque a mí sí. Cada vez que me marco un objetivo no siempre lo alcanzo y además, la mayoría de esas veces que fracaso, viene provocado porque me enfoco mal. ¿Sabes por qué?
Porque me concentro en alcanzar la meta, perdiendo el disfrute del recorrido que me orienta hasta ese objetivo. Es decir, cuando pongo mis expectativas en el resultado y me olvido de lograr aprender y disfrutar de la acción durante el proceso, el camino que debo seguir, se me va a hacer muy pesado, además de frustrante si no lo logro. Esto me lleva a una autoexigencia que me obliga de forma inconsciente a juzgar mis propias capacidades. Dando paso a lo que se conoce como creencias limitantes.
Ejemplo básico: Como no me creo capaz de conseguirlo no alcanzo mis objetivos.
Esta situación me hará entrar en una espiral diseñada para quedar atrapado en ella. Donde me pongo una meta. Intento alcanzarla. No lo logro. Me frusto. Dejo de confiar en mis capacidades. Me enfado con el mundo y vuelta a empezar.
Todo este movimiento inconsciente me va a conducir a un auto rechazo. Generando un ambiente interno de repudio completo, es decir, si me rechazo a mí mismo, si no me acepto tal cuál soy, voy a rechazar a los demás, y por ende se va a extender dicho rechazo en una censura de toda la especie.
Porque al hacerlo, estoy rechazando mi pertenencia a la especie y pierdo mi conexión con todos. Cosa que no nos paramos a observar. Sé que así leído suena catastrófico pero tiene mucha base si te detienes a ver con profundidad, cómo las personas que no consiguen alcanzar sus objetivos tienden a ser amargadas y a entristecer los planes o las acciones de su entorno. Crean incluso un ambiente molesto donde si por una causa consigues alcanzar tu meta, ellos lo interprentan como traición, suerte, etc…
Pero si pongo la CONCIENCIA en el proceso de querer cambiar, ganaré en profundidad, en mayor lucidez, lo que seguro me va a hacer que ese cambio sea posible y que se produzca.
Conclusión: Empieza por observarte. Acepta cómo eres. Asume el error. Asimila lo que va a cambiar de ti. Desafíate con un nuevo objetivo y decide cómo vivir el recorrido hasta alcanzarlo.