El miedo es un gran bloqueante del sistema humano. Sirve en primera instancia para salvar la vida en caso de un impacto de la realidad a modo supervivencia pero después de que se produzca dicho impacto lo que corresponde es reaccionar. ¿Cómo reacciono cuando tengo miedo? Lo mejor es hacerlo. Sin pensar, solo actuando. Si nos detenemos a medir las consecuencias de realizar el acto el miedo actuará de bloqueante y no nos permitirá avanzar hacia ningún lado.
En una ocasión me encontraba en un parque acuático con mi familia y decidimos tirarnos por uno de los toboganes más altos y para mi entender más peligrosos del parque, mientras hacíamos cola para tirarnos por mi mente pasaban todo tipo de ideas, e hipótesis de accidentes que ocurren en los parques acuáticos, de manera que cada vez tenía más miedo de tirarme. Los miembros de mi familia se fueron tirando uno a uno y llegaron al fondo de la piscina sanos y salvos. Cuando me tocó el turno de saltar no pude hacerlo, el miedo había bloqueado todo mi cuerpo, sentía un dolor en la zona lumbar. Mis glándulas suprarrenales estaban soltando adrenalina a tope para afrontar la situación. Tras tres intentos fallidos de saltar tomé la decisión de hacerlo sin pensarlo. Cuando llegué abajo solamente podía pensar en que no necesitaba pasar por lo mismo, que el salto no me compensaba el mal rato. Sin embargo cuando dejé pasar unos días sobre cómo me sentía y dejé enfriar las emociones, de repente descubrí que saltar era y es necesario. Hacer las cosas sin pensar en el miedo, sin pensar en las consecuencias, sin meditar en lo que pueda pasar. Arriba no me podía quedar, solo me quedaba la opción de saltar y confiar en mí. A veces las consecuencias de ese acto no son las que nos gustarían pero normalmente nos ayudan a superarnos.
A continuación te dejo un texto que tomé prestado:
«Tenía miedo de estar solo: ¡Hasta que aprendí a quererme a mí mismo!
Tenía miedo de fracasar: ¡Hasta que me di cuenta que únicamente fracaso si no lo intento!
Tenía miedo de lo que la gente opinara de mí: ¡Hasta que me di cuenta que de todos modos opinarían de mí!
Tenía miedo de que me rechazaran: ¡Hasta que entendí que debía tener fe en mí mismo!
Tenía miedo de sentir dolor: ¡Hasta que aprendí que era necesario para crecer!
Tenía miedo de la verdad: ¡Hasta que descubrí la falsedad de las mentiras!
Tenía miedo de la muerte: ¡Hasta que aprendí que no es el final, sino más bien el comienzo!
Tenía miedo de sentir odio: ¡Hasta que me di cuenta que no es otra cosa más que la ignorancia!
Tenía miedo de hacer el ridículo: ¡Hasta que aprendí a reírme de mi mismo!
Tenía miedo de hacerme viejo: ¡Hasta que comprendí que ganaba sabiduría día a día!
Tenía miedo de mi pasado: ¡Hasta que comprendí que no podía herirme más!
Tenía miedo de la oscuridad: ¡Hasta que vi la belleza de la luz de una estrella!
Tenía miedo de cambiar: ¡Hasta que vi, que aun la mariposa más hermosa necesitaba pasar por una metamorfosis antes de volar!»
Actuar nos permite avanzar, crecer, hacernos más íntegros como personas, también nos sirve para darnos cuenta que somos muy valientes. ¡¡No dudes, ACTÚA!!