EL NIÑO INTERIOR

 

EL NIÑO INTERIOR

¿Qué es? ¿Quién es? El niño interior somos nosotros mismos desde un plano muy enlazado con el niño que fuimos en nuestra infancia. Son nuestras primeras experiencias, nuestros primeros aprendizajes. Se podría decir que es nuestra esencia personal, es como si quitáramos todas las capas que nos ponemos a lo largo de la vida y llegáramos a nuestro centro de ser, a nuestro origen. Ahí habita nuestro verdadero yo, nuestro niño interior.

Si el niño interno está nutrido y seguro, nuestra relación con el mundo que nos rodea será de equilibrio. Si el niño interno no es escuchado, sufrimos constantemente ataques externos de toda índole, provocando un continuo descontento.

Ejemplo: Si tienes un dolor (pongamos de muelas) puedes tomar algo que te calme (medicación) para no sentir nada o puedes acudir a un especialista (niño interior) para que resuelva y trabaje sobre el dolor.

El niño interior llora por no haber recibido lo que necesitaba de sus padres y aun siendo mayores se mantiene en la pataleta de niño pequeño. Buscando quién pueda llenar ese vacío interior. Buscando qué cosas nos hagan sentir mejor para llenar el vacío. Creemos que somos un mar que se llena con los ríos y que las demás personas y cosas son esos ríos. Cuando en realidad, somos pozos de agua donde nos llenamos del agua que mana de la tierra. Nos tenemos y debemos llenar desde el interior. Para que brotemos como fuente de vida, fuente de alegría, fuente de inspiración y de poder interno.

Trabajar con tu niño interior te ofrece un conocimiento interno que sirve de herramienta de superación. Es totalmente único, personal e intransferible. Su valor es tan importante porque determina la personalidad del individuo, la capacidad de recuperación interna, la forma de relacionarse con el mundo exterior.

Al final, todos tenemos un niño interior dentro que lo único que quiere es, que nuestros padres nos vean, nos cuiden, nos atiendan, nos hagan caso en definitiva. Todos sabemos lo que a los demás les hace falta pero no paramos a mirar qué es lo que nos hace falta a nosotros.

En definitiva, es el niño interior quién tiene las preguntas y quién tiene las repuestas. Si te permites escuchar sus heridas y atenderlas, encontrarás la luz que buscas fuera de ti, en tu propio interior.

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