La ansiedad es una emoción que destruye internamente. Te mantiene en un constante estado de alerta. En un estado agotador.
La mayoría de las veces afecta y se refleja, en diferentes partes del cuerpo.
La ansiedad, va avanzando en tu organismo a medida que se va apoderando de ti, de tu interior. Puede empezar por el estómago, provocando que te den unas ganas de comer casi convulsivas, puesto que el estómago, cuando está lleno, segrega una sustancia que el cerebro interpreta como satisfacción. O por el contrario, cierra el apetito provocando una sensación de vacío, de vacío existencial.
De ahí, asciende a los pulmones, reflejando un sentimiento de angustia. Sentimiento que te impide respirar de forma normal, generando un sufrimiento por falta de oxígeno, sensación de ahogo más bien. En algunas ocasiones, consigue romper con un llanto desgarrador, que si lo trabajas de manera adecuada podrías llegar a gestionar la ansiedad.
Otras veces la ansiedad se incrusta de tal forma, que sigue en su avance, alcanzando el corazón. Ocasionando que sintamos arritmias, descompensación de latidos, etc. Esta proyección de la ansiedad en el corazón puede dar lugar a desórdenes cardíacos si no se gestiona adecuadamente.
Si continúa en su camino de ascensión, la ansiedad alcanza el cerebro, de manera que nubla el razonamiento coherente. Impidiendo que pensemos con claridad. LLenando nuestros pensamientos de miedos, angustias y desolación.
Es por esto que la ansiedad siempre va solapada a otra emoción. Puede ser el miedo, la exigencia interna, los juicios de valor, etc. Todas ellas son emociones que nos van frustrando, nos van desgastando internamente, hasta que alcanza un estado interno de agotamiento, de desborde interno. ¡Donde ya no puedes más! y aparece la ansiedad.

«Para ver claramente, debemos calmarnos. Cuando estamos sobrepasados por las emociones fuertes, somos como un árbol en una tormenta, con sus ramas altas y sus hojas oscilando con el viento. Pero el tronco del árbol está sólido, estable y profundamente enraizado en la tierra. Cuando estamos atrapados en una tormenta de emociones podemos praticar parecernos al tronco del árbol. Nos vamos abajo al tronco y volvemos a la quietud, no nos dejamos llevar por nuestros pensamientos y emociones. No decimos o hacemos nada; solo enfocamos toda nuestra atención en sentir cómo sube y baja nuestro abdomen, nuestro tronco. Esto nos protege de hablar con ira y de decir algo de lo que podamos arrepentirnos». Thich Nhat Hanh
La ansiedad se alimenta del estrés, por eso, trabajar para reducir el estrés nos permite disminuir la intensidad de la ansiedad. Trabajar sobre las emociones que hacen de detonante también nos ayuda. Alimentarnos de manera consciente y adecuada es otro factor más a tener en cuenta para recuperarnos.
Hacernos conscientes de lo que nos está ocurriendo y gestionarlo para encontrarnos mejor es vital para tener una vida plena.
Muchas gracias. ANA
A ti por estar
Me ha encantado el artículo, es cierto que cuando sufrimos ataques de ansiedad nuestras respuestas inmediatas no van a ser las más adecuadas, es precisio tranquilizarse, respirar y ya luego actuar.
Muchas gracias por este post.
Gracias a ti por leerlo y por tu comentario.