Hoy os dejo unas bonitas palabras de Nelson Mandela que tienen mucho que ver con el maravilloso, pero complejo proceso de amarse a uno mismo.
“Nuestro miedo más profundo no es que seamos inadecuados. Nuestro miedo más profundo es que somos poderosos sin límite. Es nuestra luz, no la oscuridad lo que más nos asusta. Nos preguntamos: ¿quién soy yo para ser brillante, precioso, talentoso y fabuloso? En realidad, ¿quién eres tú para no serlo? Eres hijo del universo. El hecho de jugar a ser pequeño no sirve al mundo. No hay nada iluminador en encogerte para que otras personas cerca de ti no se sientan inseguras. Nacemos para hacer manifiesto la gloria del universo que está dentro de nosotros. No solamente algunos de nosotros: está dentro de todos y cada uno. Y mientras dejamos lucir nuestra propia luz, inconscientemente damos permiso a otras personas para hacer lo mismo. Y al liberarnos de nuestro miedo, nuestra presencia automáticamente libera a los demás”.
Si dejas de brillar para que los demás se sientan cómodos con sus tinieblas sólo te estas dañando a ti mismo, si consientes en sufrir o en menospreciarte es muy probable que no descubras todo tu potencial. Es como si en tu mano sostienes una brasa de fuego para no dañar a los demás mientras te quemas el interior de la misma.
No se trata de hacer frente a nuestros mayores miedos, se trata de reconocer y valorar nuestro mundo interno. Esa parte de nuestro interior que nos permite reconectar con nuestra esencia, con nuestra propia luz. Llegamos a ella a través de reconocer nuestros miedos, de aceptar nuestros límites, de olvidar nuestros juicios, de soltar la culpa, de olvidarnos del resentimiento, de atender nuestras verdaderas necesidades esenciales. Una vez que alcanzamos la forma de llegar a nuestro mundo interno, podemos permitirnos el privilegio de embellecerlo, de alimentarlo, de hacer que cada vez tenga más luz, que cada vez que lo nutramos, éste crezca. Ese crecimiento interno será lo que te dará la energía para cambiar. Para cambiar tu historia con tu propia luz. Liberándote y liberando automáticamente a los demás.